miércoles, 2 de septiembre de 2015

Honduras ha dejado de ser el país más convulsionado de América Latina y lamentablemente (digo lamentablemente porque ahora es mi país el que tiene ese apelativo), las políticas implementadas para contrarrestar el accionar de las pandillas, todavía no dan los resultados esperados, y mientras los salvadoreños salen de su casa a buscar el pan de cada día, sin saber si volverán con los suyos o quedarán en alguna unidad del transporte colectivo, a causa de un asalto a mano armada o sean abatidos con una ráfaga de balas mientras el bus va en marcha, todavía el gobierno no da avisos claros sobre querer erradicar este mal que día a día cobra la vida de un promedio de 29 personas. 
Lamentablemente en mi país El Salvador, se está volviendo común leer en los rotativos diarios sobre algún bus que fue atacado por delincuentes a los que recientemente se les ha calificado como terroristas.
Titulares como estos son comunes en El Salvador
La nueva manera de operar de estos grupos criminales debe encender las alarmas una vez más para que los encargados de salvaguardar la vida de la población civil despierten de una vez por todas, es tiempo que dejen de ver al país desde su óptica (políticos que se conforman con andar en vehículos blindados, con guardaespaldas todo el tiempo y vivir en mansiones ubicadas en zonas residenciales privadas) y vean desde abajo para que entiendan que la gente sufre cada día. 

Aplaudo la iniciativa del Presidente de la República de apoyar una Ley de Reinserción de Pandilleros y Prevención de Personas en Riesgo, la cual permitirá ayudar a esos jóvenes que deseen dejar los grupos delictivos, al mismo tiempo que busca alejar a aquellos que viven en riesgo de adherirse a las pandillas. Algunos detractores del gobierno critican esta medida pero si esto se hubiera hecho después de la guerra, nuestro país viviría una realidad distinta a la actual. Pero usted amigo lector, se preguntará ¿Qué tiene que ver la guerra con el accionar de las pandillas?, la respuesta es simple, más del 80% de estos hombres que derraman la sangre del pueblo, que extorsionan, secuestran y paralizan el transporte colectivo, a parte que se toman las colonias y caseríos como propios, permitiendo el éxodo de familias completas que huyen de ellos, son aquellos que perdieron a sus padres en el conflicto armado, son aquellos niños que, estando escondidos abajo de la cama, vieron como masacraban a sus hermanos, tíos, mamá y papá, y que crecieron con ese odio y ese trauma, y de haber tratado oportunamente a estos niños, nuestra sociedad fuera distinta.
Los más vulnerables son los niños
Quiero reflexionar, a manera de conclusión, que el Gobierno debe empezar a trabajar en la prevención y cuidar la salud de los niños, y buscar los métodos apropiados para que, a pesar de vivir una época tan convulsionada, la mente de estos pequeños, que serán en futuro de nuestro país, sea tratada con más responsabilidad. Trabajemos en conjunto, gobierno y sociedad en general; desde nuestra casa podemos hacer mucho, inculcando valores de hierro a nuestros niños y así podremos sembrar semillas de bien que puedan prevalecer en el futuro y saquen a este país de esta realidad que vivimos en la actualidad.

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